sábado, 7 de enero de 2012

Queridos internautas amigos:



he recibio un email en pantalla muy curioso y lo quiero compartir con vosotros:

"Maldito bastardo:

has matado a dos de nuestros compañeros.

No sabemos quién eres ni qué haces ahí, pero no te vamos a dejar tranquilo.

Algunas cosas en la isla aún funcionan, como bien sabes, nada mejor que este sistema informático, que además vamos a mantener activo en tanto en cuanto te cacemos, para que nos haya permitido saber de tu maldita existencia.

No eres como nosotros, no eres un ser humano, pero una vez lo fuiste.

Lo que ha ocurrido en esa isla te ha convertido en un cadáver capaz de pensar, pero no de sentir: ¡¡ESTAS MUERTO!! y cuanto antes lo asumas, mejor para todos.

Puede que seas el inicio de una raza nueva, de inmortales. Da igual.

Te envíamos una fotografía tuya tomada por una de las cámaras de vigilancia que aún funcionan,  para que te ayude a comprender lo que te estamos diciendo.

Dentro de un par de días nos pondremos en contacto contigo. Esperemos que reflexiones (si puedes realmente) y accedas a rendirte sin oponer resistencia.

Si no lo hicieras, serías destruido, la isla será arrasada y se hundirá en el mar si es necesario, pero nos gustaría que vinieras de buena voluntad con nosotros. Nuestros científicos te esperan."

Y eso es lo que no me gusta, tengo una profunda aversión por los batas blancas, seguramente como consecuencia de eso que recuerdo vagamente que ocurrió y que se mezcla con el asesinato de mis compañeros Evelyn, Campano, ...

No pienso entregarme, pienso resistir. Intuyo que no debo hacerlo, creo que no se atreverán a destruir la isla, soy su gran tesoro.

Si alguien me lee, habladme por favor, ayudadme a comprender y a explicar qué ha pasado. Mi email es: diariozombidelaisladeocelos@gmail.com


domingo, 1 de enero de 2012

Sangre en mis manos

sangre en mi boca, sangre que mancha mi ropa, pero carezco del sentido del gusto, sólo siento que refresca mi garganta, que calma mi ansiedad. No sé porqué la bebo, no siento hambre, es sólo puro deseo por sosegar este fuego que me invade.
A mi alrededor los restos rojizos del cuerpo que acabo de descuartizar provocan mi voracidad. Soy consciente de lo que estoy haciendo y no me siento feliz, sin embargo, no puedo parar, algo dentro de mi me ordena seguir, ocultando cualquier sentimiento de piedad, o de humanidad.
Dos soldados aparecieron un día por la isla, los vi, los intuí, los olí en la lejanía. Y mi instinto me llevó a hacer lo que hice . A cada paso mi mente iba registrando como un testigo mudo cada paso que daba, cada acción que ejecutaba. Me veía a mi mismo como si estuviera sobrevolando la acción y, sin embargo, era yo mismo, ¡yo!, el que se arrastraba ocultándose sigilosamente por los diferentes puntos, el que venteaba para saber la dirección de los dos humanos que tanta ansia provocaban en mi.
Me acordé de esos vídeos que había visto sobre animales de presa en plena caza. Sin embargo no era yo mismo, no podía controlarme a pesar de todo. Algo dentro de mi ordenaba y yo obedecía sin más.
Llegué oculto a su altura y me abalancé sobre uno de ellos. De una gran dentellada desgarré su cuello y la yugular expulsó todo su contenido como un geiser, manchando el suelo, tiñendo el verde de la hierba, mientras como si fuera una cámara lenta, yo lo iba grabando todo en algún punto de mi oscura mente. El otro soldado se volvió, pero apenas le dio tiempo a reaccionar, salté sobre él mientras su compañero mortalmente herido se agarraba la herida y caía como una roca hasta el suelo.
La acción pareció durar minutos, pero fueron escasos segundos. Mis manos erizaron las uñas contra el pecho de la nueva víctima y se clavaron en él, mientras un disparo atravesaba el lugar donde yo debería tener un riñón. Algo oscuro se derramó allí, pero nada me detuvo y el pobre hombre vio cómo le abría el pecho, cómo extraía su corazón y me lo llevaba a la boca. Ahí no pudo más y exhaló.
El primer soldado aún se revolvía por el suelo sujetándose fuertemente el cuello. No había en su mirada más que un horror contenido, un miedo incomprensible.
Habían cometido el error de mandar a un par de pobres soldados como avanzadilla y habían caído en mis garras cuando menos se lo esperaban. Desde el helicóptero no pudieron ver nada, pues me había arrastrado por las sombras, ocultándome por los túneles que unían los diferentes edificios y aproveché que habían entrado en las ruinas de uno de ellos para atacarles. Así que mi acción quedaba, presuntamente, impune. Sin duda deducirían que aún había un peligro oculto en la isla, pero para eso debían descender y yo estaría esperando para darme otro festín.
Ahora, cuando me veo a mi mismo, todo mi uniforme está negro de la sangre que a borbotones ingerí para calmar la ardiente garganta de este cuerpo en el que vivo. No siento remordimiento, ni pena, soy así y punto. La carne roja humana me atrae y despierta mi voracidad, pero si no hay humanos cerca, no siento nada ¿Por qué se empeñan en tentarme?.

sábado, 17 de diciembre de 2011

La luz roja...

se ha encendido, eso quiere decir que alguien está al otro lado del hilo de transmisiones, alguien ha contactado con mi ordenador, pero permanece callado. He encendido mi web-Cam para que me vea, pero no me contesta. He encontrado un micrófono pero no me sirve de nada, no sé hablar, sólo sé escribir.
Creí que alguien quería contactar conmigo, una posible amistad, un posible salvador, pero no. Lo sé, son ellos, los que me han abandonado en esta maldita isla. Os lo voy a contar para que toda la red se entere.
El otro día, después de ver parpadear la lucecita roja, oí ruidos de motores que sobrevolaban la isla. Creí que una cosa tenía que ver con la otra. Y así era, pero no en el sentido que yo suponía.
Corrí al exterior, pero cuando iba a situarme a la vista de quien quiera que pilotase el potente helicóptero, unas balas me dieron en el hombro. Alguien desde el aparato disparaba y lo hacía con mucha puntería sobre mí, me dio en esa parte del cuerpo que era la única que ya había asomado ¿pero acaso no saben que estoy muerto?, soy un zombi y no me pueden matar como ellos se matarían a sí mismos, como hicieron con el resto de mis compañeros.
Volví a entrar a la carrera y atranqué la entrada, ahora sé que esta Sala es inexpugnable.
Conecté una radio que hay por aquí y pude escuchar la conversación de los que viajaban en el helicóptero.
- ¿Pero qué haces, imbécil?, es demasiado pronto para disparar.
- Ya había asomado lo suficiente.
- Te he dicho que este ser no es un ser normal, que si no le das en la cabeza no sirve de nada aunque le descargues todo el maldito cargador.
Gritaba o más bien le aullaba el uno al otro. Venían a matarme, querían acabar conmigo, pero si tanto lo deseaban ¿por qué no aterrizar y cogerme por sorpresa?.
Seguramente que nadie se quiere arriesgar a pisar este suelo, a impregnarse del hedor que debe subir de todo el recinto, aún con numerosos cuerpos en descomposición destilando el fatal elemento que nos vuelve zombis, muertos vivientes.
Luego escuché la conversación que se trajeron con la Base desde donde supongo que les habrían enviado.
- Este idiota lo ha estropeado todo. El bicho ha salido indemne y se ha refugiado en la Sala.
- Hasta allí no podemos seguirle, no me atrevo a ordenarles que bajen a tierra. Y ese lugar es un búnker indestructible.
- No me ha dado tiempo a verle bien, señor, pero me ha parecido un ser humano normal y corriente, algo sucio y desaliñado, quizá herido …
- Ni lo piense. Ese ser no es humano, está muerto aunque se mueva. Y no hablo en sentido metafórico. Y además es muy peligroso. Hay que acabar con él, puede que sea el último en la faz de la Tierra, pero él sólo podría convertir a todos en esas horribles cosas.
Hablaban de mí, se han dado cuenta, saben que existo, pero no saben que puedo pensar, que casi puedo sentir. He decidido que tengo que hacer algo para comunicarme con ellos y demostrárselo, quizá así quieran recogerme y llevarme a sus lugares de origen.
Que me estudien los científicos, que me hagan pruebas o lo que sea, pero ya no aguanto más esta soledad.
Hay veces que me quedo pensando y no me doy cuenta de lo que ocurre y cuando parece que vuelvo a la actividad no sé ni el tiempo que ha pasado, es como si me quedara dormido, pero no es así …
Esto es horrible …

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Odio y sed de venganza...

fue lo que sentimos al unísono. Aquellos estúpidos científicos con sus inmaculadas batas blancas, aparecieron de la nada e insultaron la memoria de tantos compañeros y compañeras caídos en la isla, luchando contra los zombis que ellos habían creado con su locura.

Y allí estaban, ante nosotros, con todo su desprecio hacia los militares que nos jugábamos la vida para corregir sus meteduras de pata.

Obramos al unísono y sin decir nada. Los obligamos a entrar en la habitación donde habíamos acorralado a los últimos seres. Oímos sus gritos de desesperación mientras eran atacados por la voracidad insaciable de los zombis.

No sentimos remordimiento alguno. Al contrario, nos dimos la vuelta como si no hubiéramos hecho absolutamente nada. Y volvimos al punto de encuentro, a seguir esperando el último vuelo del helicóptero militar que nos sacara de esta maldita isla.

Éramos el grupo que cerraba la misión, los últimos cinco y nos disponíamos a marcharnos con la mayor tranquilidad.

Pero a alguno se nos olvidó echar el cerrojo de seguridad de la puerta que guardaba el horror... y la puerta se abrió.

Ahora ya puedo conectar los recuerdos inconexos. Ahora sé lo que sucedió, al menos en las últimas horas que compartí con otros seres realmente vivos y no solo, como estoy ahora mismo.

Además de Campano y Evelyn sé que había otros militares más, cuyos nombres aún no consigo recordar. Lo que sucedió ya está dicho, sólo añadir que el helicóptero no llegó a aterrizar, lo vi desde donde me refugié.

Una masa de seres asesinos se acercó a su encuentro atraídos por el ruido de los motores, ni siquiera llegó a posarse. Viendo cómo estaba el patio del edificio, volvió a elevarse, sobrevoló varias veces el lugar, como si quisiera comprobar que todo estaba invadido y que no quedaba nadie por rescatar.

Cuando se sintieron convencidos, lanzaron cohetes que impactaron en el patio y en el mismo edificio. Una lluvia de escombros y fuego lo invadió todo, los seres morían abrasados. Sé que huí hacia la Sala de Control.

Estaba herido, pues a pesar de defenderme de mis antiguos compañeros con toda la contundencia que pude, consiguieron alcanzarme y morder mi brazo. Al final cayeron, pero mi herida sangraba. Tengo una mala sensación de ese momento.

Me encerré en la Sala de Control. Recuerdo cómo atranqué las puertas, recuerdo oír los aullidos de los terribles seres, las explosiones, los golpes sobre la puerta.

Y mi mente comienza a nublarse desde que me tiendo sobre una de las camillas que hay en un extremo de la habitación. No sé explicar por qué hay dos camillas en la Sala de Control del edificio principal. Las luces parpadean y mis ojos se cierran, con la mano me aprieto la herida, pero sangra igualmente.

Y me siento perdido... hasta hoy


domingo, 27 de noviembre de 2011

Mi pierna sangra,

pero no es un sangrado normal, en vez del líquido rojo esperado, expulso una especie de papilla muy poco líquida de color grisáceo, que enseguida se coagula.

Ayer estuve montando en bici otra vez. Volví a recorrer la isla. Se tarda poco y aproveché que salía el sol para adentrarme en los espacios que hay al norte. Estoy preparando un dibujo, plano creo que se llama, pero no sé hacerlo, ni tampoco como mostrarlo por aquí.

Pero lo curioso fue que cuando iba pedaleando me enganché con la cadena. No sentí dolor ninguno, ni siquiera me di cuenta. Hasta que noté la humedad en mi bota y miré hacia abajo. Tenía un gran pellizco en la pierna, del cual manaba el líquido gris y hediondo.

La sensación de humedad me trajo otro recuerdo similar: precisamente me encontraba en uno de estos recintos vallados que hay al norte, iba vestido con un traje muy extraño, totalmente aislado del exterior, a mi lado había varios compañeros. Con unos grandes palos de cuyo extremo sobresalían lazos corredizos, ensartábamos zombis, la herida de la pierna me destilaba también entonces.

A veces pasa, te hieres pero si la herida es pequeña, ni te enteras. Pero ayer el pellizco fue algo más que un rasguño. Sin embargo no lo sentí. Otra prueba más de que ESTOY MUERTO.

Y si es así ¿por qué pienso y razono? ¿cómo escribo o leo?, ...

Tengo escasas respuestas y aún tengo más preguntas.

Otra palabra ha venido a mi mente: "hipófisis". Tendré que investigar qué es.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los ojos...

de Milla Jovovich al empezar Resident Evil 2, cuando despierta en la camilla, son del mismo color que tiene el mar en la bahía en un día de calma.

Si no fuera porque soy un zombi y estoy muerto, pensaría que me he enamorado. Ya he visto la escena por lo menos dieciséis veces. En realidad me siento atraído por algo que aún no comprendo.

Al final he visto la película y he descubierto que algunas cosas son como las que a trazos recuerdo. Tengo que volver a verla, pero esta vez sin buscar en cada escena la mirada de la protagonista. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Los maté a todos.

Recuerdo que de repente nos atacaron unos hombres vestidos con batas que fueron blancas en su origen, pero ahora estaban manchadas de sangre. Tenían los ojos muy parecidos a los míos de ahora, pero los suyos eran aún más oscuros, eran una masa gris e infecta.

Cuento hasta tres cuerpos, amputados, sangrantes, uno llevaba las tripas colgando, a otro le faltaba un brazo y un trozo del rostro. Y el último era irreconocible.

Sé que los conocía, pues tengo fugaces visiones suyas como seres humanos vivos que me hablaban.

El actual color de mi piel es muy parecido al suyo, pero bastante más claro. En la foto mía que encontré, soy aún más blanco de piel. Bueno, no más blanco exactamente, si no de un color más humano que el de ahora.

Campano y Evelyn debían ser dos compañeros muy allegados, los percibo con total nitidez. Pero siempre que recuerdo la escena de los batas blanca atacando, los veo a ellos cayendo en sus garras y a mí huyendo mientras disparo contra todos.

Al final mis amigos me alcanzan, me he parado a descansar y aparecen ellos totalmente caracterizados de zombis. Los disparo en la cabeza, caen definitivamente muertos por fin. No puedo sufrirlo.

La isla debía ser el lugar donde debíamos realizar nuestra misión como militares, pero todos los que recuerdo cayeron. No sé por qué estoy sólo, no sé por qué nadie vino a rescatarme. Quizá acabe recordando o quizá encuentre en internet o en algún escondrijo, la clave de todo ello.

O tal vez yo sea el primer eslabón de una nueva raza semi humana y todo esto sea un experimento.

martes, 8 de noviembre de 2011

La angustia ...

se apodera de mi. Apenas puedo escribir. En estos días estoy reviviendo historias pasadas. Siento una gran responsabilidad.

Me veo a mi mismo tirado en el suelo con una gran herida sangrante en la pierna. ¡Me veo a mí mismo! eso he dicho, sí, como si fuera una película y estuviera delante y detrás de la cámara a la vez. No lo entiendo, un aspecto humano delante y un espectador zombi detrás.

He inspeccionado el lugar donde debió estar la herida y allí sólo hay un claro recuerdo de lo que fue. Ya no sangra, pero estuvo allí. Quizá por eso tengo una sensación extraña ahora cuando hago cualquier esfuerzo, como montar en bici el otro día.

Parece podrido. Me ha dado asco verme, pero no siento nada. Ni dolor, ni debilidad, ¡nada!, más allá de una sensación de vacío y que se me hincha como si la circulación se viera obstaculizada.

Cada vez estoy más convencido de que soy un zombi. He leído mucho sobre ellos y he visto varias películas, sé cómo se matan, pero también sé que carecen de recuerdos ¿cómo es posible entonces ambas cosas?.

¿Dónde está el resto de la gente? ¿mis amigos o mis compañeros?.

He recordado otro nombre Evelyn y me ha sabido dulce.

Los días y sus noches se hacen largos mascando estos recuerdos, mientras, sigo buscando pistas de lo que ha pasado.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Me llamo...

Pedro Antúnez, de eso no hay duda, pero mi memoria no va más allá de tres meses hacia atrás. No necesito dormir, ni comer. Estoy solo.

He vuelto a recorrer la isla hacia abajo aprovechando que lleva unos días sin llover. Y sólo he encontrado destrucción. Sea lo que sea lo que ha pasado aquí, lo desconozco, sin embargo, ver las ruinas me ha traído imágenes a la mente. Imágenes de unos seres con un aspecto similar al mío actual, atacando como bestias asesinas a un grupo de militares que se defendían tras ser sorprendidos.

El recuerdo ha sido horrible, pues la saña de los atacantes era violencia extrema. La sangre salpicaba por todos lados. Era como una película gore. Las caras de las víctimas me resultaban familiares aunque no sé su nombre. He creído reconocerme, como si estuviera mirando la escena desde una cierta altura, huía, dejaba a mis compañeros abandonados y huía mientras eran devorados. No sé qué pensar.

He estado horas y horas deambulando en un estado de inconsciencia total. Si alguien en el infinito de esta inmensa red me lee y me puede explicar qué ha ocurrido, se lo agradecería.

En un edificio que se identificaba a la entrada como "Residencia de Oficiales", cuyas ruinas se mantenían en pie bastante bien a pesar de haber desaparecido el tejado, he encontrado unos esqueletos embutidos dentro de unos amplios y escogidos uniformes. Sin duda alguien los mató, he tenido la sensación de que yo estuve allí y participé en esa carnicería.

Estoy muy confundido. No concibo ser un asesino. Hay cadáveres almacenados, unos están destrozados, otros amputados, también los hay quemados... ¿también lo hice yo? ¿qué especie de monstruo soy? ¿los maté a todos para quedarme sólo? ¿con qué objeto?.

Mañana recorreré el otro lado de la isla, donde apenas hay ruinas pero unas altas vallas metálicas dividen el terreno.

domingo, 30 de octubre de 2011

Los muertos...

... ya se han consumido. Estaban almacenados en un hangar que debió ser otra cosa anteriormente, pero ya no existen, sólo quedan huesos descarnados, restos malolientes y harapos sueltos.

En realidad, el único edificio fiable es el central, donde me refugio. Por alguna razón no tengo apetito y como no tengo qué, no como ¿por qué?, aún no lo sé. Aquí no hay nada de nada.

No me cabe casi ninguna duda ya. Mi aspecto físico así lo dice. Sin embargo pienso, me muevo, creo que respiro... Pero, por otro lado, no necesito alimentarme. Quizá no es que me dejaran aquí condenado, sino que huyeron de mi y no quisieron llevarme.

Visto ropas militares y en un bolsillo he encontrado una cartera con un carnet a nombre de Pedro Antúnez, soldado de la Unidad de Operaciones Especiales del Ejército Español. El tipo de la fotografía tiene rasgos similares a los míos, o viceversa, aunque mi piel tiene otro color. No sé el tiempo que llevo aquí, pero con los pocos datos que tengo, deduzco que me abandonaron, porque soy un ZOMBI, un muerto viviente, un cadáver que actúa como si estuviera vivo.

Sin embargo, estoy seguro, ¡yo mataba zombis!. Sí, veo al tipo de la foto, que presuntamente soy yo mismo, vestido de militar y fuertemente armado, veo a más gente conmigo. Un nombre me viene a la memoria: Daniel Campano, el Sargento Campano.

He sido actor de esta película. Sólo me queda descubrir qué era y por qué estoy aquí ahora, abandonado.

Tengo que encontrar algo que me lo diga, voy a remover todo el destartalado edificio y miraré en las ruinas que siguen en pie en la isla. Y os contaré lo que descubra.