domingo, 25 de noviembre de 2012

Despertar

Queridos amigos desconocidos, más allá de las límpidas verjas que me acosan, os saludo sin saber cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que estuvimos en comunicación, pero supongo que han sido meses.
Vivo en una habitación inmaculadamente blanca, todo es de leche y el contraste de mi piel se agudiza mire hacia donde mire. Mis ropas también son blancas, aunque no tan asépticas como debieron ser. Los líquidos de mi cuerpo manchan su pureza, quizá quien lo pensó creía que mi parte humana se vería humillada. Pero sé que soy un ser nuevo y que no me comprenden porque su ciencia no les explica por qué estoy aquí. Da igual, lo importante es lo que yo siento. Y yo me siento pleno.
Cuando me detuvieron en la isla, perdí el conocimiento o al menos no recuerdo lo que pasó. Pero es fácil adivinar. Seguro que estoy en algún lugar oculto y sometido a observación y estudio, es lo que yo haría si fuera ellos. No importa.
Me llamo Pedro Antúnez, he recuperado la consciencia y me comunico universalmente por telepatía, soy el primero de una nueva raza que tomará posesión del mundo, los humanos ya son pasado.

sábado, 10 de marzo de 2012

Ha sido devastador.

Escuché el ruido de los motores. A continuación explosiones. Enseguida comprendí que estaban bombardeando el edificio que ha sido nuestro refugio hasta ahora. El ordenador parpadeaba continuamente con su mensaje imperecedero “¡rendíos!”, igual que en los últimos días.
He conseguido que el nivel de comunicación con mis hermanos sea fluido, continuo. Así, he preparado una estrategia a sabiendas de que el ataque se iba a producir antes o después. Y que sería un éxito, por supuesto.
Los perros no dejaban de ladrar y a cada ladrido, pedazos de su boca salían disparados hacia el frente, si no actuaban rápido, se iban a deshacer como pasteles golpeados por perdigones.
Al final he tenido que ceder, pero antes, nuestra estrategia ha quedado perfectamente trazada. Los soldados sólo me esperaban a mí, así que saldría solo. No quieren matarme, quieren atrapar al zombi viviente.
Mis hermanos y los perros esperarían agazapados entre los escombros y, en el momento de detenerme, se lanzarían sobre los desprevenidos militares y les derrotaríamos con facilidad. Pero todo ha fallado.
Yo he salido y efectivamente han dejado de disparar desde los helicópteros. Las tropas de tierra han acudido a mi encuentro con toda precaución. Pero cuando iban a salir mis hermanos y los perros, los helicópteros han abierto fuego indiscriminado sobre las últimas ruinas, aplastándolos en su interior.
Mientras me volvía a mirar y la furia se iba apoderando de mí, mis captores se han lanzado sobre mi destrozado cuerpo, me han tirado al suelo y sometido rápidamente, no he podido reaccionar y defenderme.
¿Qué como estoy contándolo? … en contra de lo que supuse, un hermano ha sobrevivido en un pequeño hueco que se ha formado al derrumbarse el edificio. Está atrapado, pero como no necesita nada para vivir, ahí aguantará eternamente hasta que alguien venga a remover los escombros, sea liberado y por fin “coma” algo. Esto que leéis se lo estoy transmitiendo por telepatía, ya os dije que llegamos a dominarla.
Ahora viajo atado y amordazado en un helicóptero, rodeado y vigilado por seres que huelen a sangre roja y fresca. No sé dónde me llevan, pero supongo que será a la civilización. Me haré el herido para que me dejen algo de libertad, pienso aprovechar cualquier oportunidad para intentar morder a los que me rodean y convertir a “la nueva raza” cuantos más vivos mejor.

martes, 21 de febrero de 2012

El miedo es humano …

sin embargo yo no lo soy, pero  he sentido miedo.
Desde hace varios días, un mensaje aparece en mi pantalla:
“Ríndete, sal al exterior a medio día, cuando el sol está más alto y una patrulla se acercará hasta ti. Entrégate y no te haremos nada.
Queremos estudiar tu naturaleza, simplemente. Serás atendido por médicos y trasladado a un lugar seguro. No temas.
Entrégate”
Y así cada cierto tiempo, no voy a hacer caso, por supuesto.
Por fin, han venido a buscarme. Ayer escuché ruidos en el exterior. Se acercaron a la puerta y la golpearon, supongo que intentaban forzarla. Pero no hicieron demasiada presión conscientes de que su apertura no consiste en simples embestidas, está blindada.
Mis hermanos comenzaron a gruñir. Seguramente que su aullido no traspasase fuera, en todo caso, pensarían que era yo mismo. Confío en que no descubran su existencia aún.
Al anochecer, como siempre, salimos los tres al exterior. Nada más asomar, unos fieros y enormes perros nos atacaron. Los habían dejado allí para que me hicieran trizas, eran asesinos perfectamente entrenados para no asustarse por nada.
Su ataque debía ser implacable, pero sufrieron un pequeño trastorno emocional al vernos. No sé cómo, pude leer sus pensamientos como si estuviera dialogando en un idioma universal, el mismo con el que me comunico con mis dos congéneres.
Sólo uno de los tres engendros embistió con furia. Sus dientes afilados se clavaron sobre el brazo útil del hermano que estaba a mi lado, que se quedó observándolo con curiosidad. Luego lo tomó del cuello y con fuerza inhumana estrujó su hocico. Una vez liberado, con ambas manos tiró de cada mandíbula y desprendió las quijadas, un baño de sangre y aullidos de dolor del fiero animal indicaron su agonía.
Los otros dos canes se acurrucaron a nuestros pies sometiéndose humillados.
Ahora somos un pequeño ejército de cinco miembros, donde la fuerza y la ausencia de miedo son la característica principal.
Nos entendemos bien. Y la presencia de los perros ha ayudado a mis hermanos a comprender mejor qué debemos hacer.
El miedo es un sentimiento propio de los seres humanos, yo no lo soy, pero lo he sentido. No comprendo nada en absoluto.

martes, 7 de febrero de 2012

Malditos humanos …

me han tenido desconectado de internet todos estos días. Pensarán que tal vez el aislamiento me afecta. ¡Pero si no soy humano!. Yo no tengo necesidad de comer ni de beber, no tengo que ir al baño, no distinto entre el día y la noche … ¡no saben a lo que se enfrentan!.
Por lo menos he aprovechado el tiempo para entrenar a mis dos hermanitos. No son muy listos y costó mucho que obedecieran, pero creo que al fin nos entendemos a la perfección, de alguna manera nos comunicamos. Y ellos siguen todas mis indicaciones ahora.
He conseguido que tomen un palo como si fuera un arma de defensa o de ataque. Aprovechando la noche, trajimos hasta la Sala, algunos cuerpos que había en el edifico arrasado que debió ser una especie de morgue. Con ellos nos hemos entrenado.
Por el día no salimos, permanecemos con las puertas cerradas, sino estos dos se me escaparían como bobos detrás del ruido de los helicópteros, los tengo bajo control. Procuro que no hagan más ruido que el de sus gruñidos y yo también me aguanto sentado contra la puerta, para que no me sorprendan en un descuido y se escapen.
Sé que no puedo engañar a los humanos que nos amenazan, sé que saben que estoy aquí escondido, pero aún no se atreven a descender y atacar, por suerte, porque un ataque suyo me haría temblar. Aún así, mantengo la esperanza de que en caso de ataque, pueda defenderme con la ayuda de mis dos hermanos.
Del resto de cadáveres ninguno es aprovechable pues todos están muertos, verdaderamente muertos, no como nosotros tres.
Ayer oí un ruido nuevo, me asomé sigilosamente y vi que había una lancha dando vueltas alrededor de la isla. Eso me asusta, porque demuestra que poco a poco se van acercando.
No creo que quede mucho para su violento desembarco.


sábado, 14 de enero de 2012

Aparecieron de repente los dos...

asomando por la puerta, emitiendo unos ruidos guturales muy ambiguos, y a mí no pudo menos que entrarme una profunda alegría. Incluso creo que, de algún modo, solté una carcajada, tal vez fue  soñada o tal vez hasta me escuché.
Estaba volviendo a leer el email recibido, pensando cómo contestar apropiadamente, cuando escuché algo a mi espalda. Me volví y allí estaban los dos soldados que yo había atacado hasta asesinarlos.
Uno iba con la cabeza prácticamente caída, el otro con el pecho abierto. Ambos apenas podían mirar porque los ojos los tenían vueltos. El primero además, no podía enderezar la cabeza así que era muy bueno para vigilar su lateral, si se me permite la broma.
Pero a fin de cuentas eran mi nueva familia, mi única familia. Me miraron y se acercaron venteando el aire, hasta que se convencieron de que yo no era una víctima para ellos, nada podían obtener de mi persona.
Son terriblemente torpes y absurdos. No son capaces de reconocer ningún aparato eléctrico, ni doméstico, ni hacer ninguna manualidad. Se quedan todo el tiempo detrás mío esperando que les indique algo, no necesito hablar, con solo pensar qué quiero, ellos lo hacen. Pero no les pidas más.
Ayer vi sobrevolar nuevamente el helicóptero. Mis hermanos se pusieron nerviosos, muy nerviosos. Y si no llega a ser porque cierro la puerta, hubieran salido como perros ladrando al aparato. Los hubieran acribillado, así que debo protegerlos de su propia inocencia.
Creo que me comprenden. Y creo que podré dominarlos del todo antes de que los soldados vuelvan a intentar una nueva invasión.
Seremos un pequeño ejército, débil, desarmado, así que deberemos usar la poca inteligencia que tengo para ganar la batalla contra las armas de los militares.
Sé que me observan y he desconectado la webcam para que no puedan vernos. Ese es el factor sorpresa, piensan que estoy solo, pero ya somos tres zombis.
Aquí les espero...

sábado, 7 de enero de 2012

Queridos internautas amigos:



he recibio un email en pantalla muy curioso y lo quiero compartir con vosotros:

"Maldito bastardo:

has matado a dos de nuestros compañeros.

No sabemos quién eres ni qué haces ahí, pero no te vamos a dejar tranquilo.

Algunas cosas en la isla aún funcionan, como bien sabes, nada mejor que este sistema informático, que además vamos a mantener activo en tanto en cuanto te cacemos, para que nos haya permitido saber de tu maldita existencia.

No eres como nosotros, no eres un ser humano, pero una vez lo fuiste.

Lo que ha ocurrido en esa isla te ha convertido en un cadáver capaz de pensar, pero no de sentir: ¡¡ESTAS MUERTO!! y cuanto antes lo asumas, mejor para todos.

Puede que seas el inicio de una raza nueva, de inmortales. Da igual.

Te envíamos una fotografía tuya tomada por una de las cámaras de vigilancia que aún funcionan,  para que te ayude a comprender lo que te estamos diciendo.

Dentro de un par de días nos pondremos en contacto contigo. Esperemos que reflexiones (si puedes realmente) y accedas a rendirte sin oponer resistencia.

Si no lo hicieras, serías destruido, la isla será arrasada y se hundirá en el mar si es necesario, pero nos gustaría que vinieras de buena voluntad con nosotros. Nuestros científicos te esperan."

Y eso es lo que no me gusta, tengo una profunda aversión por los batas blancas, seguramente como consecuencia de eso que recuerdo vagamente que ocurrió y que se mezcla con el asesinato de mis compañeros Evelyn, Campano, ...

No pienso entregarme, pienso resistir. Intuyo que no debo hacerlo, creo que no se atreverán a destruir la isla, soy su gran tesoro.

Si alguien me lee, habladme por favor, ayudadme a comprender y a explicar qué ha pasado. Mi email es: diariozombidelaisladeocelos@gmail.com


domingo, 1 de enero de 2012

Sangre en mis manos

sangre en mi boca, sangre que mancha mi ropa, pero carezco del sentido del gusto, sólo siento que refresca mi garganta, que calma mi ansiedad. No sé porqué la bebo, no siento hambre, es sólo puro deseo por sosegar este fuego que me invade.
A mi alrededor los restos rojizos del cuerpo que acabo de descuartizar provocan mi voracidad. Soy consciente de lo que estoy haciendo y no me siento feliz, sin embargo, no puedo parar, algo dentro de mi me ordena seguir, ocultando cualquier sentimiento de piedad, o de humanidad.
Dos soldados aparecieron un día por la isla, los vi, los intuí, los olí en la lejanía. Y mi instinto me llevó a hacer lo que hice . A cada paso mi mente iba registrando como un testigo mudo cada paso que daba, cada acción que ejecutaba. Me veía a mi mismo como si estuviera sobrevolando la acción y, sin embargo, era yo mismo, ¡yo!, el que se arrastraba ocultándose sigilosamente por los diferentes puntos, el que venteaba para saber la dirección de los dos humanos que tanta ansia provocaban en mi.
Me acordé de esos vídeos que había visto sobre animales de presa en plena caza. Sin embargo no era yo mismo, no podía controlarme a pesar de todo. Algo dentro de mi ordenaba y yo obedecía sin más.
Llegué oculto a su altura y me abalancé sobre uno de ellos. De una gran dentellada desgarré su cuello y la yugular expulsó todo su contenido como un geiser, manchando el suelo, tiñendo el verde de la hierba, mientras como si fuera una cámara lenta, yo lo iba grabando todo en algún punto de mi oscura mente. El otro soldado se volvió, pero apenas le dio tiempo a reaccionar, salté sobre él mientras su compañero mortalmente herido se agarraba la herida y caía como una roca hasta el suelo.
La acción pareció durar minutos, pero fueron escasos segundos. Mis manos erizaron las uñas contra el pecho de la nueva víctima y se clavaron en él, mientras un disparo atravesaba el lugar donde yo debería tener un riñón. Algo oscuro se derramó allí, pero nada me detuvo y el pobre hombre vio cómo le abría el pecho, cómo extraía su corazón y me lo llevaba a la boca. Ahí no pudo más y exhaló.
El primer soldado aún se revolvía por el suelo sujetándose fuertemente el cuello. No había en su mirada más que un horror contenido, un miedo incomprensible.
Habían cometido el error de mandar a un par de pobres soldados como avanzadilla y habían caído en mis garras cuando menos se lo esperaban. Desde el helicóptero no pudieron ver nada, pues me había arrastrado por las sombras, ocultándome por los túneles que unían los diferentes edificios y aproveché que habían entrado en las ruinas de uno de ellos para atacarles. Así que mi acción quedaba, presuntamente, impune. Sin duda deducirían que aún había un peligro oculto en la isla, pero para eso debían descender y yo estaría esperando para darme otro festín.
Ahora, cuando me veo a mi mismo, todo mi uniforme está negro de la sangre que a borbotones ingerí para calmar la ardiente garganta de este cuerpo en el que vivo. No siento remordimiento, ni pena, soy así y punto. La carne roja humana me atrae y despierta mi voracidad, pero si no hay humanos cerca, no siento nada ¿Por qué se empeñan en tentarme?.

sábado, 17 de diciembre de 2011

La luz roja...

se ha encendido, eso quiere decir que alguien está al otro lado del hilo de transmisiones, alguien ha contactado con mi ordenador, pero permanece callado. He encendido mi web-Cam para que me vea, pero no me contesta. He encontrado un micrófono pero no me sirve de nada, no sé hablar, sólo sé escribir.
Creí que alguien quería contactar conmigo, una posible amistad, un posible salvador, pero no. Lo sé, son ellos, los que me han abandonado en esta maldita isla. Os lo voy a contar para que toda la red se entere.
El otro día, después de ver parpadear la lucecita roja, oí ruidos de motores que sobrevolaban la isla. Creí que una cosa tenía que ver con la otra. Y así era, pero no en el sentido que yo suponía.
Corrí al exterior, pero cuando iba a situarme a la vista de quien quiera que pilotase el potente helicóptero, unas balas me dieron en el hombro. Alguien desde el aparato disparaba y lo hacía con mucha puntería sobre mí, me dio en esa parte del cuerpo que era la única que ya había asomado ¿pero acaso no saben que estoy muerto?, soy un zombi y no me pueden matar como ellos se matarían a sí mismos, como hicieron con el resto de mis compañeros.
Volví a entrar a la carrera y atranqué la entrada, ahora sé que esta Sala es inexpugnable.
Conecté una radio que hay por aquí y pude escuchar la conversación de los que viajaban en el helicóptero.
- ¿Pero qué haces, imbécil?, es demasiado pronto para disparar.
- Ya había asomado lo suficiente.
- Te he dicho que este ser no es un ser normal, que si no le das en la cabeza no sirve de nada aunque le descargues todo el maldito cargador.
Gritaba o más bien le aullaba el uno al otro. Venían a matarme, querían acabar conmigo, pero si tanto lo deseaban ¿por qué no aterrizar y cogerme por sorpresa?.
Seguramente que nadie se quiere arriesgar a pisar este suelo, a impregnarse del hedor que debe subir de todo el recinto, aún con numerosos cuerpos en descomposición destilando el fatal elemento que nos vuelve zombis, muertos vivientes.
Luego escuché la conversación que se trajeron con la Base desde donde supongo que les habrían enviado.
- Este idiota lo ha estropeado todo. El bicho ha salido indemne y se ha refugiado en la Sala.
- Hasta allí no podemos seguirle, no me atrevo a ordenarles que bajen a tierra. Y ese lugar es un búnker indestructible.
- No me ha dado tiempo a verle bien, señor, pero me ha parecido un ser humano normal y corriente, algo sucio y desaliñado, quizá herido …
- Ni lo piense. Ese ser no es humano, está muerto aunque se mueva. Y no hablo en sentido metafórico. Y además es muy peligroso. Hay que acabar con él, puede que sea el último en la faz de la Tierra, pero él sólo podría convertir a todos en esas horribles cosas.
Hablaban de mí, se han dado cuenta, saben que existo, pero no saben que puedo pensar, que casi puedo sentir. He decidido que tengo que hacer algo para comunicarme con ellos y demostrárselo, quizá así quieran recogerme y llevarme a sus lugares de origen.
Que me estudien los científicos, que me hagan pruebas o lo que sea, pero ya no aguanto más esta soledad.
Hay veces que me quedo pensando y no me doy cuenta de lo que ocurre y cuando parece que vuelvo a la actividad no sé ni el tiempo que ha pasado, es como si me quedara dormido, pero no es así …
Esto es horrible …

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Odio y sed de venganza...

fue lo que sentimos al unísono. Aquellos estúpidos científicos con sus inmaculadas batas blancas, aparecieron de la nada e insultaron la memoria de tantos compañeros y compañeras caídos en la isla, luchando contra los zombis que ellos habían creado con su locura.

Y allí estaban, ante nosotros, con todo su desprecio hacia los militares que nos jugábamos la vida para corregir sus meteduras de pata.

Obramos al unísono y sin decir nada. Los obligamos a entrar en la habitación donde habíamos acorralado a los últimos seres. Oímos sus gritos de desesperación mientras eran atacados por la voracidad insaciable de los zombis.

No sentimos remordimiento alguno. Al contrario, nos dimos la vuelta como si no hubiéramos hecho absolutamente nada. Y volvimos al punto de encuentro, a seguir esperando el último vuelo del helicóptero militar que nos sacara de esta maldita isla.

Éramos el grupo que cerraba la misión, los últimos cinco y nos disponíamos a marcharnos con la mayor tranquilidad.

Pero a alguno se nos olvidó echar el cerrojo de seguridad de la puerta que guardaba el horror... y la puerta se abrió.

Ahora ya puedo conectar los recuerdos inconexos. Ahora sé lo que sucedió, al menos en las últimas horas que compartí con otros seres realmente vivos y no solo, como estoy ahora mismo.

Además de Campano y Evelyn sé que había otros militares más, cuyos nombres aún no consigo recordar. Lo que sucedió ya está dicho, sólo añadir que el helicóptero no llegó a aterrizar, lo vi desde donde me refugié.

Una masa de seres asesinos se acercó a su encuentro atraídos por el ruido de los motores, ni siquiera llegó a posarse. Viendo cómo estaba el patio del edificio, volvió a elevarse, sobrevoló varias veces el lugar, como si quisiera comprobar que todo estaba invadido y que no quedaba nadie por rescatar.

Cuando se sintieron convencidos, lanzaron cohetes que impactaron en el patio y en el mismo edificio. Una lluvia de escombros y fuego lo invadió todo, los seres morían abrasados. Sé que huí hacia la Sala de Control.

Estaba herido, pues a pesar de defenderme de mis antiguos compañeros con toda la contundencia que pude, consiguieron alcanzarme y morder mi brazo. Al final cayeron, pero mi herida sangraba. Tengo una mala sensación de ese momento.

Me encerré en la Sala de Control. Recuerdo cómo atranqué las puertas, recuerdo oír los aullidos de los terribles seres, las explosiones, los golpes sobre la puerta.

Y mi mente comienza a nublarse desde que me tiendo sobre una de las camillas que hay en un extremo de la habitación. No sé explicar por qué hay dos camillas en la Sala de Control del edificio principal. Las luces parpadean y mis ojos se cierran, con la mano me aprieto la herida, pero sangra igualmente.

Y me siento perdido... hasta hoy


domingo, 27 de noviembre de 2011

Mi pierna sangra,

pero no es un sangrado normal, en vez del líquido rojo esperado, expulso una especie de papilla muy poco líquida de color grisáceo, que enseguida se coagula.

Ayer estuve montando en bici otra vez. Volví a recorrer la isla. Se tarda poco y aproveché que salía el sol para adentrarme en los espacios que hay al norte. Estoy preparando un dibujo, plano creo que se llama, pero no sé hacerlo, ni tampoco como mostrarlo por aquí.

Pero lo curioso fue que cuando iba pedaleando me enganché con la cadena. No sentí dolor ninguno, ni siquiera me di cuenta. Hasta que noté la humedad en mi bota y miré hacia abajo. Tenía un gran pellizco en la pierna, del cual manaba el líquido gris y hediondo.

La sensación de humedad me trajo otro recuerdo similar: precisamente me encontraba en uno de estos recintos vallados que hay al norte, iba vestido con un traje muy extraño, totalmente aislado del exterior, a mi lado había varios compañeros. Con unos grandes palos de cuyo extremo sobresalían lazos corredizos, ensartábamos zombis, la herida de la pierna me destilaba también entonces.

A veces pasa, te hieres pero si la herida es pequeña, ni te enteras. Pero ayer el pellizco fue algo más que un rasguño. Sin embargo no lo sentí. Otra prueba más de que ESTOY MUERTO.

Y si es así ¿por qué pienso y razono? ¿cómo escribo o leo?, ...

Tengo escasas respuestas y aún tengo más preguntas.

Otra palabra ha venido a mi mente: "hipófisis". Tendré que investigar qué es.