sábado, 14 de enero de 2012

Aparecieron de repente los dos...

asomando por la puerta, emitiendo unos ruidos guturales muy ambiguos, y a mí no pudo menos que entrarme una profunda alegría. Incluso creo que, de algún modo, solté una carcajada, tal vez fue  soñada o tal vez hasta me escuché.
Estaba volviendo a leer el email recibido, pensando cómo contestar apropiadamente, cuando escuché algo a mi espalda. Me volví y allí estaban los dos soldados que yo había atacado hasta asesinarlos.
Uno iba con la cabeza prácticamente caída, el otro con el pecho abierto. Ambos apenas podían mirar porque los ojos los tenían vueltos. El primero además, no podía enderezar la cabeza así que era muy bueno para vigilar su lateral, si se me permite la broma.
Pero a fin de cuentas eran mi nueva familia, mi única familia. Me miraron y se acercaron venteando el aire, hasta que se convencieron de que yo no era una víctima para ellos, nada podían obtener de mi persona.
Son terriblemente torpes y absurdos. No son capaces de reconocer ningún aparato eléctrico, ni doméstico, ni hacer ninguna manualidad. Se quedan todo el tiempo detrás mío esperando que les indique algo, no necesito hablar, con solo pensar qué quiero, ellos lo hacen. Pero no les pidas más.
Ayer vi sobrevolar nuevamente el helicóptero. Mis hermanos se pusieron nerviosos, muy nerviosos. Y si no llega a ser porque cierro la puerta, hubieran salido como perros ladrando al aparato. Los hubieran acribillado, así que debo protegerlos de su propia inocencia.
Creo que me comprenden. Y creo que podré dominarlos del todo antes de que los soldados vuelvan a intentar una nueva invasión.
Seremos un pequeño ejército, débil, desarmado, así que deberemos usar la poca inteligencia que tengo para ganar la batalla contra las armas de los militares.
Sé que me observan y he desconectado la webcam para que no puedan vernos. Ese es el factor sorpresa, piensan que estoy solo, pero ya somos tres zombis.
Aquí les espero...